¿De qué es capaz un buen profesor? El profesorado es la clave de una buena enseñanza

Resumen del artículo de Raquel Palomera. Queremos mejorar la calidad de la enseñanza, pero esta mejora no solo se consigue aumentando la inversión en ella sino con un cambio que parece obvio: la mejora del profesorado.

Queremos mejorar la calidad de la enseñanza, pero esta mejora no solo se consigue aumentando la inversión en ella sino con un cambio que parece obvio: la mejora del profesorado.

El binomio funciona siempre: si hay buenos profesores, se cuenta con un elevado nivel educativo. Los países con mejores resultados son aquellos que han sido capaces de atraer estudiantes brillantes a la profesión docente..

Pero un buen profesor también es decisivo para que los jóvenes aprendan a ser más conscientes, verdaderos protagonistas de su vida, capaces de construir una sociedad mejor. El profesorado es la clave de una buena enseñanza, pudiendo transformar la realidad social que le rodea.

En Corea del Sur, Finlandia y Singapur, paises con mejores resultados educativos, los profesores se seleccionan entre los alumnos con mejores notas en la Enseñanza Media.

Los buenos docentes son los que marcan la diferencia, distintos estudios recogen que los docentes son más decisivos que el centro y según Eric Hanushek, ningún aspecto en la escuela es tan importante como la influencia que tiene la calidad de los profesores en el rendimiento académico de los estudiantes. Además también son la tabla de salvación de muchos estudiantes en riesgo de exclusión social.

Los resultados académicos pueden mejorar hasta un 53% cuando aumenta la calidad docente.

¿Qué es un buen profesor?

Delors (1996) ya hace casi dos décadas, ampliaba el concepto tradicional de educación estableciendo los cuatro pilares del mismo: aprender a conocer, a hacer, a convivir y a ser. Un buen profesor, por tanto, es aquel que consigue un desarrollo integral de sus estudiantes. Sin embargo, las instituciones siguen utilizando únicamente los resultados de aprender a conocer y hacer (muchas veces únicas competencias valoradas en el sistema educativo) como únicos índices de calidad educativa, lo que lleva a los profesores a vivir una cierta perplejidad.

Además, varios estudios nos aportan más ideas sobre el perfil del buen profesor.

El estudio CASEL (2007; 2011) tras dos décadas de investigación en educación emocional y social, muestra en los resultados de meta-análisis que cuando la escuela trabaja habilidades fundamentales para la vida como son la comprensión y manejo emocional, las habilidades para relacionarnos con los demás y resolver conflictos, la empatía y la autoestima, los niños tienen un comportamiento más ajustado socialmente, gozan de mayor salud mental y su rendimiento académico es mejor.

Por otro lado el informe Education Trust (1998) mostraba el perfil del buen profesor a personas con altas habilidades instrumentales en lengua y matemáticas, profundos conocimientos didácticos y de los contenidos del currículo. Esto pesaba más que los años de experiencia docente. Propone para alcanzar este perfil la formación permanente de los profesores en activo y control de las universidades que forman a los buenos maestros, identificados por sus resultados en exámenes y oposiciones nacionales.

¿Cómo conseguir buenos profesores?

Amanda Ripley en su libro The smartest kids in the world: and how they got that way (2013) Llega a las conclusiones de que lo que diferencia a países como Finlandia o Corea del Sur, donde obtienen los mejores resultados educativos en las pruebas internacionales de conocimiento, con respecto a Estados Unidos es que se consiguen buenos profesores seleccionándolos entre los mejores alumnos y fomentando que sean respetados por la sociedad y por las familias, además de formarlos continuamente.

Por lo tanto, ¿Qué podemos aprender de los que lo hacen bien?

En Finlandia tienen el 100% de los mejores estudiantes en la profesión de docentes. Para llegar a la enseñanza se requiere pasar por proceso de selección altamente competitivo con un programa de formación de cinco años y cuatro pruebas.

Además, la enseñanza es la carrera más deseada y prestigiosa, por encima de Derecho y Medicina. Incluso las compañías empresariales reclutan a profesores.

Otra de las claves de su éxito tiene que ver con la organización del sistema: el Gobierno confía en sus profesores dándoles autonomía. Los docentes tienen amplia capacidad de decisión en cuestiones relacionadas con la la política y la administración escolar, los libros de texto, los contenidos curriculares, las políticas de evaluación, los cursos ofertados, y la distribución de recursos económicos. Existe un currículo nacional del que los estudiantes deben aprender, pero el cómo es decisión de cada profesor y escuela. Parten de un sistema responsable y maduro de autoevaluación, con autodirección en el desarrollo profesional.

España puede aprender mucho de Finlandia pero hay otros cambios que se deben hacer. Los profesores deben tener más autonomía y sería conveniente identificar mejores prácticas para formar a los demás profesores utilizando técnicas de los más efectivos con sus alumnos. Esta sería además, una manera de reconocimiento a los mejores docentes y de aumentar su motivación. El sistema de oposiciones podría además mejorarse teniendo en cuenta las habilidades no cognitivas de los profesores y su nivel de madurez para gestionar un grupo de niños.

Es evidente que todos estos cambios con muy importantes. Pero no podemos olvidar que lo más importante es la persona del profesor.

Los grandes profesores son los que con la implicación de su persona transmiten un gusto por el conocimiento, acompañan al alumno en la complejidad y retan la libertad de los más jóvenes para que se adentren en la aventura del saber. Por eso hay que agradecer su labor a todos los buenos profesores que luchan cada día por superarse a sí mismos y mejorar nuestras vidas, a pesar de los obstáculos.

Raquel Palomera Martín. Profesora del Área de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Cantabria.



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